El Jardín Literario: La enfermedad del lado izquierdo
Una fábula. A mitad del libro me he dado cuenta de que estaba leyendo una fábula. De acuerdo, no hay animales ni objetos que hablan. Pero es breve (algo más de cien páginas), tiene moraleja, pocos personajes, una gran inventiva y es rica en imaginación. Una fábula contemporánea en la que se habla de las crisis, del trabajo rutinario y el matrimonio cuadriculado, de las oportunidades, y de ”la espiritualidad necesaria para salir de la alienación consumista y posesiva”.
Lo sé, esto último tiene un tufo a autoayuda que en otra novela me hubiera empujado a salir corriendo, pero el cuentista virtuoso que anida en Esteban Gutiérrez y cuya técnica se deja ver bien entre las páginas me ha enganchado por varias razones. La primera: que va al grano, me cuenta lo que necesito, lo justo, no se demora en interminables descripciones ni del paisaje, ni del clima, ni siquiera de los personajes. Incluso el protagonista es, a pesar de su padecer físico, de aspecto difuso. La estructura de la novela también me ha gustado, dividida en dos partes, con los capítulos numerados en orden ascendente en la primera y descendente (algo que tiene mucho que ver con los picos que se citan ) en la segunda. Cada capítulo forma una secuencia individual, autónoma e independiente en sí misma, pero correlacionada con las anteriores. Es una manera en la que, personalmente, me encuentro muy cómodo a la hora de escribir, y también creo que se acerca más a un lector actual (el que lee en el metro, vamos)...
Una fábula. A mitad del libro me he dado cuenta de que estaba leyendo una fábula. De acuerdo, no hay animales ni objetos que hablan. Pero es breve (algo más de cien páginas), tiene moraleja, pocos personajes, una gran inventiva y es rica en imaginación. Una fábula contemporánea en la que se habla de las crisis, del trabajo rutinario y el matrimonio cuadriculado, de las oportunidades, y de ”la espiritualidad necesaria para salir de la alienación consumista y posesiva”.
Lo sé, esto último tiene un tufo a autoayuda que en otra novela me hubiera empujado a salir corriendo, pero el cuentista virtuoso que anida en Esteban Gutiérrez y cuya técnica se deja ver bien entre las páginas me ha enganchado por varias razones. La primera: que va al grano, me cuenta lo que necesito, lo justo, no se demora en interminables descripciones ni del paisaje, ni del clima, ni siquiera de los personajes. Incluso el protagonista es, a pesar de su padecer físico, de aspecto difuso. La estructura de la novela también me ha gustado, dividida en dos partes, con los capítulos numerados en orden ascendente en la primera y descendente (algo que tiene mucho que ver con los picos que se citan ) en la segunda. Cada capítulo forma una secuencia individual, autónoma e independiente en sí misma, pero correlacionada con las anteriores. Es una manera en la que, personalmente, me encuentro muy cómodo a la hora de escribir, y también creo que se acerca más a un lector actual (el que lee en el metro, vamos)...
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